La sima de Tximua, se encuentra en la sierra de Urbasa, en el término llamado Bertocosa, en un lugar privilegiado, junto a la calzada romana, dominando desde lo alto el poljé de Zalbide.
La sima se encuentra protegida por dos muretes, para evitar el riesgo de caídas de personas y animales.
Para adentrarnos en este maravilloso mundo subterráneo, tenemos que vencer un pozo de unos 20 metros de profundidad, fraccionado en dos tramos. El primer tramo es la parte abierta del pozo, tapizado de vegetación y musgo, a través de una enorme ventana al final de este tramo, comienza el segundo tramo, que es la parte alta de la bóveda de la primera sala.
Comenzamos un complicado descenso, por una gran rampa, llena de un caos de grandes bloques, caprichosamente colocados. Esta rampa en algún punto alcanza un desnivel de hasta un 40%.
Hacia el final de la rampa, comenzamos a ver alguna formación, estalactitas, estalagmitas, banderolas, etc. Nos encontramos a unos –80 metros de la superficie, buscamos paso entre el caos de grandes bloques, y ante nuestros ojos se abre una enorme sala, con numerosas formaciones, el espectáculo es un regalo para nuestros ojos, lo primero que vemos es a “Tximua” un gran domo con forma antropomórfica, que se asemeja a un mono. El techo de la sala, esta tapizado de estalactitas de todos los tamaños, hay grandes domos, enormes coladas, numerosos gours, estalagmitas, en el fondo de la sala, a - 100 metros de profundidad, se encuentra el gran lago de sala, rodeado de grandes coladas, por la que por una de ellas, hacemos una escalada de unos 35 metros, para llegar a su parte más alta, que casi nos deja tocar el techo.
Desde aquí, volvemos a descender entre bloques, y damos con un pozo de unos 10 metros, que acaba en otra gran rampa, de gran desnivel, llena de barro, llegando al fondo de otra sala llena de grandes bloques, en la que es sus laterales, hay estrechas galerías, tapizadas de estalactitas y estalagmitas que se llegan a juntar formando pequeñas columnas.
Aquí hemos acabado el descenso y su exploración a –165 metros de profundidad, pensando en la riqueza subterránea, que atesora el subsuelo de Navarra, el cual merece la pena divulgar y por supuesto proteger.
Óscar Aguerralde